Oaxaca resiste
El día 29 de septiembre el Sindicato de Oficios Varios de CNT de Madrid realizaba una concentración frente a la Embajada de México en solidaridad con su pueblo. Ayer el Senado mexicano dictaminaba la no desaparición de poderes en Oaxaca y, hace unos días, la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México emitió las recomendaciones para la investigación de los casos de brutalidad policial en San Salvador Atenco. Nada ha cambiado en la situación del pueblo mexicano.
Los maestros de Oaxaca llevan desde mayo del presente año en huelga para exigir una mejora en sus condiciones salariales y una mayor aportación de recursos para la educación pública. Tomaron el zócalo -centro de Oaxaca- y, a pesar del intento de desalojo policial del 14 de junio, aún se encuentran en él resistiendo. Y es que, a las reivindicaciones iniciales, se ha sumado la fundamental de la destitución del gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz. Es éste uno de los ya pocos líderes del partido que ha gobernado México durante 40 años -el Partido Revolucionario Institucional (PRI)- que aún queda en el poder. Es un elemento caciquil que durante todo su mandato ha reprimido, perseguido y encarcelado a integrantes de movimientos sociales. La destitución de Ulises es vital para la población de Oaxaca, porque sus respuestas al conflicto han sido la de mandar a la policía local a reprimirlo y la de enviar a matones que ya han asesinado a 10 profesores integrantes bien de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de de la Educación (SNTE), bien a integrantes de la Asamblea de la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO).
Los medios de comunicación burgueses, al igual que ya hicieran con Atenco, han montado un aparato de propaganda para criminalizar y desprestigiar al movimiento oaxaqueño, preparando a la población de México para que apoye socialmente una represión definitiva. Los empresarios, a su vez, se han sumado a esta estrategia, pues sus intereses se han visto dañados gravemente al ser ocupados sus locales en el zócalo y al verse dañada la imagen turística de Oaxaca; su apuesta es vender que la revolución en Oaxaca es "una revolución contra el bienestar de la población y contra los trabajadores, pues no han tenido más remedio que despedir algunos debido a la disminución de beneficios".
Sin embargo, el Estado mexicano se está tomando muchas molestias en dar una solución pacífica al conflicto. Y no en vano: tienen que legitimar un gobierno para diciembre sobre el que pesan graves dudas de legitimidad y una represión como la de Atenco podría lesionar gravemente su imagen interna y exterior. A pesar del ultimátum dado ayer a la APPO por el Senado, no es previsible una represión inmediata -aunque sí a largo plazo si el conflicto se prolonga-. Por el momento el SNTE ha decidido que comience el curso escolar -una de las primeras exigencias del Senado para no aplicar la "fuerza del orden"-, pero sin liberar el zócalo.
Es necesaria la realización de acciones, concentraciones, manifestaciones y todo aquello que pueda ejercer presión sobre el Estado mexicano, para reivindicar la destitución de Ulises Ruiz y evitar la entrada de las fuerzas policiales -y, posiblemente militares- en Oaxaca.